Cuando llega el otoño
nos vamos de magosto.
Hacemos una hoguera
para calentar las manos y el
rostro.
Miramos ensimismados la fogata,
en ella las chispas saltan,
vemos llamas rojas y amarillas
que con el aire parece que bailan.
Al monte llevamos ricas castañas
que echamos sobre las brasas,
esperamos a un ratito
y las sacamos calentitas y asadas.
Con las ricas castañas
llenamos la panza
pasando la tarde contando cuentos
y
diciendo adivinanzas.
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